Éramos,
como los gatos
que se lamen las heridas,
éramos también,
los claro-oscuros del día.
Amábamos tanto,
ansiábamos tanto que un día,
de tanto correr
solo pudimos caer de rodillas.
Sólo supimos rasguñar
entre el polvo del suelo
alguna promesa nueva,
nos bebimos de un solo
sorbo los buenos días,
las buenas tardes
y las noches.
Nos quedó la maleta,
vacía de viajes,
pero a cambio
llena de esperas...
Fuimos entonces locos
errantes, que se agriaban
por dentro y por fuera.
Y entonces nunca más fuimos
gatos y nos olvidamos como
trepar libres por las azoteas.
Echaba de menos leerte. Que bonito poema. Quiero ser gato.
ResponderEliminarBesos.
Gracias Rita, seamos gatos ;) Un abrazo.
EliminarSaludos, tuve curiosidad por conocer tu blog y me encontré está historia de amor y desgarro. Un hermoso poema, por lo sentido y por lo cercano que me resulta. Gracias, fue un placer.
ResponderEliminarGracias a ti por el tiempo de visitar este blog, un honor contar con tu lectura, eres invitado a volver cuantas veces quieras, un saludo!
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