lunes, 23 de septiembre de 2013

Sin destino

Él no era mío, 
pero yo era completa de él, 
pasábamos las tardes mirando al río, 
besos de flor, 
lloviendo amor en la naturaleza.
Yo no era de él 
y sin embargo 
él era todo mío, 
y veíamos, 
en los jardines prohibidos, 
caminar despacio, 
su Sol y mi Luna, 
nacían estrellas
en la mirada perdida,
algunas fugaces,
otras aún dormidas.
Y aunque no eramos destino,
eramos todo lo amorosamente conocido.

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